Mia Hewitt, alumna del doctorado en Queen’s University (Belfast) -quien se encuentra escribiendo una tesis sobre Shakespeare en la Argentina posdictadura-, visitó el Instituto de Investigación de Literaturas en Lengua Inglesa (IILLI) en la Universidad Nacional de Cuyo, (en la Provincia de Mendoza) y realizó esta interesante entrevista para la Fundación Shakespeare Argentina (FSA) con las distinguidas especialistas Elena Duplancic, Vanina Macchi y Belén Bistué sobre sus encuentros con Shakespeare.

Elena Duplancic es especialista en Shakespeare y en literatura de viajes, trabaja en el IILLI desde hace 20 años. Macchi tiene un interés particular en Pericles, Príncipe de Tiro, y Belén Bistué trabaja con la historia de las traducciones de Shakespeare en español. Ha trabajado sobre autores como Joseph Blanco White, que fue el primero en traducir a Shakespeare para América Latina.

El simposio

El Instituto de Investigación de Literaturas en Lengua Inglesa (IILLI) fue fundado por Laura Leo de Belmont en 1997. El instituto organizó cinco simposios, ‘‘Ecos de la literatura renacentista inglesa” entre 2001 y 2013. Se han publicado las conferencias y comunicaciones en actas y en la revista Miranda.

Miranda

En 2007, los miembros del instituto decidieron iniciar una publicación académica llamada Miranda. En ella han publicado actas de los simposios, y en parte han incluido también otros estudios de diferentes investigadores que participaban en el instituto ocasionalmente. Por ejemplo, hay un trabajo escrito por Guillermo Severiche quien fuera becario con un proyecto de cine y literatura para analizar la puesta en escena de Hamlet y King Lear por distintos cineastas.

Miranda no se trata sólo de Shakespeare, aunque tome el nombre de uno de los personajes más famosos del dramaturgo, Miranda, la hija de Próspero en La Tempestad. Además de Shakespeare, Miranda también cuenta con James Joyce, Arthur Miller, T.S.Eliot, Patricia Highsmith, Sylvia Plath, J.R.R. Tolkien, Christopher Marlowe, Tennessee Williams, Toni Morrison, Margery Kempe, Charlotte Brontë, Timothy Findley, Thomas More, y más. Entonces, ¿por qué se llama Miranda? Irene Binia, subdirectora del IILLI, sugirió el nombre. Según ella, “Miranda, el encantador personaje de La Tempestad de William Shakespeare, no es solamente un homenaje al gran poeta inglés, sino un homenaje a la literatura en lengua inglesa… El personaje de Miranda reúne todas las características del espíritu con que esta revista fue concebida. El nombre Miranda quiere decir “la que admira” y “la que es admirada”… Miranda, con su juventud, representa “el” Nuevo Mundo y “un” Nuevo Mundo. Nosotros, desde nuestra posición geográfica y cultural, también somos el Nuevo Mundo… Próspero premia a Miranda con una visión de su futura fertilidad. Ojala esta revista sea campo fértil para la investigación y la creación.’

¿Qué representa Shakespeare para ustedes?

Vanina Macchi,

‘Creo que es sobretodo, para los que estudiamos letras, como profesores de literatura, es la base de nuestras culturas, de la cultura mundial. Lo que yo siempre pienso es que está siempre vigente y los alumnos, que tenemos nosotros en las cátedras, la mayoría de los alumnos son de los primeros años de estudio, y me incluyo, eligen esta carrera por saber sobre Shakespeare. Es como un especie de mandato muy fuerte el conocer sobre este autor. Es una responsabilidad también muy grande para nosotras el tener que guiarlos en los primeros pasos… Es como si [los alumnos] vinieran acá a la universidad para llenarse de Shakespeare, entonces lo veo siempre como una responsabilidad.’

Elena Duplancic:

‘Para mí es también un autor central en el pensamiento occidental, pero en el pensamiento universal del mismo modo. Creo que conoce profundamente el corazón humano, lo que sucede con las pasiones, con las emociones, con los sentimientos. Desde el punto de vista docente, es un autor extraordinariamente fértil para ser disfrutado con los alumnos. Hay muchísima oferta de producciones cinematográficas que acercan algún tipo de puestas en escena o el cuestionamiento de las puestas, como ‘En busca de Ricardo Tercero’ que es prácticamente un documental pero una obra de arte también. Entonces es muy fácil mostrarlo a los alumnos porque hay mucho material para proponerles y mucho material que actualiza las obras de Shakespeare, aunque no lo diga expresamente.

Me parece que para mí fue muy central en mi lectura y formación… Me acerqué a Shakespeare cuando leí a un escritor chileno, Marco Antonio de la Parra, inspirado en la literatura isabelina, entonces yo quise profundizar mi conocimiento de Shakespeare… Decidí inscribirme en la Maestría en crítica literaria: Renacimiento inglés que dictó la doctora Leo del Belmont… Yo también terminé la tesis del doctorado sobre la literatura de viajes en las obras isabelinas de El Mercader de Venecia y Antonio y Cleopatra de Shakespeare, además de Fausto [de Christopher Marlowe] y La tragedia española de Thomas Kyd.

Y otra cosa es que creo que Bloom tenía razón en decir que es el centro del canon occidental, estoy de acuerdo con él. También Harold Bloom fue muy leído en Argentina y en Mendoza. Harold Bloom es en realidad un crítico que fue en contra de la crítica, fue un contestatario, fue un librepensador, escribió en contra de algunas posturas que estaban de moda en ese momento en la academia norteamericana y por eso fue muy combatido. Sin embargo, aporta muchas novedades en su visión shakespeariana.’

Belén Bistué:

‘Yo creo que para los escritores y lectores hispanoamericanos Shakespeare ha sido sobre todo una especie de punto de encuentro para dialogar con la literatura europea sin tener que depender de España. Cuando Blanco White, en 1823, tradujo algunos fragmentos de Shakespeare en una revista que se distribuía en Sudamérica, lo hizo desde Londres, para fomentar contactos culturales y económicos entre Inglaterra y las naciones hispanoamericanas que se estaban independizando de España.

Pero es muy difícil darle un significado preciso a la figura de Shakespeare en Hispanoamérica, porque en realidad ha sido usada para representar cosas muy distintas. En 1900, por ejemplo, Rodó usó el personaje Ariel, de La Tempestad, para simbolizar los ideales nacionalistas que él tenía para una gran nación pan-americana (basados en la formación de una elite intelectual que priorizara los valores ‘espirituales’). Sin embargo, apenas treinta años después, Borges invoca a Shakespeare justamente para rechazar el nacionalismo literario. Frente a la idea de que los argentinos tienen que escribir sobre temas locales, Borges pone a Shakespeare como ejemplo: es el escritor inglés por excelencia y sin embargo en sus obras no se limitó a los temas ingleses. Otro ejemplo interesante es el del poeta León Felipe, que se exilia en México por la Guerra Civil Española y traduce algunas obras de Shakespeare, poniéndolo como el modelo de un autor ‘internacional’ que (como las brigadas internacionales) podía ser un espacio de encuentro de distintos países para oponerse al nacionalismo de Franco. Y en nuestro siglo tenemos casos como el del traductor Alfredo Modenessi, que traduce a Shakespeare en el español que se habla en México (en vez de usar un español estándar, que se parezca más al español peninsular), y que ve la obra de Shakespeare como un espacio de resistencia poscolonial.

En fin, yo diría que leer a Shakespeare, traducir a Shakespeare y hablar de Shakespeare desde Hispanoamérica sigue siendo una oportunidad para definirse en relación con la cultura europea, y tal vez hoy en día (cuando Shakespeare ha sido traducido a tantos idiomas) también con la cultura global.’

 

La revista Miranda no está digitalizada pero la versión en papel se encuentra en la Biblioteca Central de la Universidad e incluye -entre otros- los siguientes artículos:

Antonio y Cleopatra. Variaciones del tema imperial según la literatura de viajes y La literatura de viajes y la estructura de la obra en La comedia de las equivocaciones por Elena Duplancic.

La traducción multilingüe como clave para la lectura de utopía de Thomas More y Joseph Blanco White (1776-1841) y la noción de ‘traducción poética’ de Shakespeare en un contexto transatlántico por Belén Bistué.

Ruido de una noche de verano, una adaptación rioplatense de un clásico inglés y Pericles, Príncipe de Tiro: estilística, narratología y psicoanálisis por Vanina Macchi.

 

 

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