Compartimos la nota a la Presidente de la Fundación Shakespeare Argentina publicada en la contratapa del suplemento espectáculos  en la Sección “Pensamientos” en el Diario Tiempo Argentino el 19 de Julio de 2015.

Es tan grande su figura y lo que representa en la cultura universal que algunos lo asemejan a un Dios y otros niegan su existencia. Quienes sostienen esta teoría (entre ellos, famosos escritores como Mark Twain o el mismísimo Sigmund Freud) niegan la posibilidad que un hombre nacido en una pequeña ciudad del centro de Inglaterra, sin haber concurrido a la universidad, haya podido crear la mejor literatura y el mejor teatro de todos los tiempos. Han corrido, corren y seguirán corriendo ríos de tinta sobre el tema.

Sin embargo hay evidencia cierta que fue bautizado y enterrado en Stratford upon-Avon, que fue un hombre querido, admirado y respetado por sus amigos y por sus contemporáneos a la vez que un próspero empresario teatral. Su legado fue publicado por dos fieles amigos: los actores John Heminge y Henry Condell quienes publicaron el volumen que contiene sus obras completas, conocido como el “First Folio” en 1623 (siete años después de su muerte). De no haber sido por el desinteresado afecto de sus colegas actores no conoceríamos la mitad de sus obras de teatro.

William Shakespeare fue consciente de su genio y vislumbró que su arte traspasaría las fronteras del tiempo y el espacio. En su obra Julio César escribe: “Cuántas veces en siglos venideros se representará esta excelsa nuestra en lenguajes y en países aún desconocidos”. Hoy a casi cuatrocientos años de su muerte sus obras se traducen a todos los idiomas y se adaptan y representan en todos los países del mundo. Su obra cruza las culturas, las edades, las ideologías. Su genio es reconocido y venerado en todo el mundo.

Versiones clásicas y contemporáneas conviven y se multiplican por doquier. Me encanta ver los homenajes de algunos grandes dramaturgos y las puestas arriesgadas de los grandes directores. Una de las razones por las cuales tuvimos la iniciativa de crear la Compañía de Repertorio de la Fundación Shakespeare Argentina fue la de presentar el lenguaje de Shakespeare a las nuevas audiencias poniendo especial cuidado en el texto y en la interpretación (como en la época de Shakespeare) pero en el siglo XXI.

En su obra están reflejadas todas las pasiones humanas. Expone las relaciones personales, familiares y sociales. Lo público y lo privado están interrelacionados en las tramas de sus maravillosas historias. La profundidad y la belleza de sus textos nos ayudan a pensar y a reflexionar en nuestra propia vida, como hombres y mujeres y también como ciudadanos. Diría que es el autor humanista por excelencia. En Shakespeare hablan todos. Nunca hay solo punto de vista.

Demuestra un acabado conocimiento del alma femenina y masculina. Examina sus vínculos e incluye las cuestiones de género. Sus personajes (sobre todo en las comedias) tienen una fuerza y una vitalidad asombrosa. Su pasión, su inteligencia y su imaginación nos inspiran. ¿Quién no querría parecerse a la brillante Rosalinda de Como Les Guste (As You Like It)?  

Analiza los temas que nos interesan a todos: el amor, el poder, la ambición, el odio, los celos, la envidia, la lujuria, la dignidad, por citar algunos de los más relevantes. Y sobre todo pone en evidencia que a veces en la vida, “nada es lo que parece”. Nos advierte que los hombres pueden fingir y esconder sus verdaderas intenciones. Y en ese sentido, es un autor que despierta y sacude nuestra conciencia.

Shakespeare nos invita a convertirnos en más listos, más ágiles y más inteligentes para no dejarnos engañar por las apariencias. Y nos regala sobretodo la comprensión humana de lo que no podemos ni podremos cambiar: la maldad, la muerte y la ingratitud humana también están presentes en toda su obra como si nos explicara que debemos tratar de convivir y aceptar también lo inaceptable.

Su obra tiene más relevancia y vigencia que nunca. En estos días nuestra presidenta, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner se refirió a Shakespeare con elogiosas palabras y recomendó leer varias de sus obras, lo que nos resulta muy auspicioso. Quiero aprovechar la oportunidad para manifestar que no considero en absoluto que la obra El Mercader de Venecia sea una obra antisemita. He tenido la oportunidad de ver una versión de la misma en la bellísima Sinagoga Española de la ciudad de Praga en ocasión de asisitir al IX Congreso Mundial organizado por la International Shakespeare Association en 2011.

Sin duda Shakespeare tal como exclama Hamlet “nos presenta por así decirlo un espejo a la Humanidad, mostrando a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen y a cada edad y generación su fisonomía y sello característico”.

 

http://tiempo.infonews.com/nota/157997/en-la-obra-de-william-shakespeare-estan-reflejadas-todas-las-pasiones-humanas

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