Agradecemos y compartimos la excelente crítica de la Dra. Graciela Sarti

Acerca de Mucho Ruido y Pocas Nueces por la Compañía de Repertorio de la FSA

El reciente estreno de esta pieza de Shakespeare, bajo la dirección de Jorge Azurmendi, resulta bastante más que una oportunidad para volver a ver un clásico de la comedia isabelina. Se trata más bien de constatar que es posible devolverle a aquel género, aun trabajando las profundidades de lectura que tiene y tendrá, lo que en sus días lo caracterizó, brillo: esplendor de la palabra que juega con los dobles sentidos y retruécanos; vivacidad del gesto, el movimiento y la cabriola; despliegue de la música. Tan solemne se nos ha vuelto Shakespeare a lo largo de cuatro siglos, que las más de las veces olvidamos lo que de espectáculo su teatro tenía, planteado éste en términos de disfrute: “la fábula deleitable”, diría Borges, en el Prólogo a su traducción de Macbeth. Y si esto puede pensarse frente a una de sus tragedias más sombrías y atroces, cuanto más ante una de las comedias más luminosas.

La versión de esta puesta en escena pertenece también al director, que renueva la decisión asumida ya en 2014 para la puesta de Como les guste, también con la Compañía de Repertorio de la Fundación Shakespeare Argentina: un acercamiento al texto que no niega la palabra del gran poeta, sino que le devuelve a nuestros oídos la dimensión coloquial propia de fines del siglo XVI y comienzos del XVII, al enunciar de modo familiar para el hablante argentino -de allí el giro, en aquella ocasión, del consabido y castizo Como gustéis, al cercano Como les guste-. También, toma una decisión de lectura al trasponer la presencia de los personajes bufos de los alguaciles Dogberry y Verges al lugar de presentadores de la obra; en palabras del director, porque le “recuerdan a esos cómicos itinerantes que llevaban su compañía de un pueblo al otro”, con lo que se transforman en personajes de teatro dentro del teatro. Es que en la propuesta de Azurmendi, ésta sería la comedia donde la temática metateatral es llevada al límite. Recordemos la cadena de fingimientos que se solapan en el texto: desde un comienzo, la lengua filosa con que se tratan Beatriz y Benedicto oculta la mutua atracción que se tienen – por eso la única manera de desvelar ese sentimiento oculto será la trampa urdida por sus amigos, las escenas de cotilleo donde uno y la otra oyen como verdadera la declaración de amor que aun no han pronunciado-; Claudio ama a Hero pero, incapaz de cortejarla, delega en el príncipe hacerse pasar por él, enmascarado, para obtener la mano de la joven; el intrigante Juan convence a Claudio de que el príncipe lo ha traicionado; luego, al fallar este plan, arma una nueva escena de engaño donde Claudio cree ver a su prometida en brazos de otro, la noche previa a la boda; tras la humillación pública de Hero, la resolución del conflicto se produce por vía de un nuevo montaje: el fingimiento de la muerte de Hero y su aparición, haciéndose pasar por una doble de sí misma, la hermana que en verdad no tiene. Por eso tiene razón Azurmendi cuando señala que, en esta obra, las confusiones y los enredos son provocados por cadenas de representaciones, y porque los personajes creen lo que ven o escuchan de esos actos de fingimiento. Pero agreguemos que ese nothing de la sucesión de máscaras permite también llegar a la verdad: si a través de representaciones se ha enturbiado el panorama, son otras representaciones las que desvelan los verdaderos sentimentos y permiten reconstituir la armonía. Lo que equivale a volver a plantearnos la verdad de la ficción.

Ya en Como les guste Maia Francia había encarnado una maravillosa Rosalinda, tan histriónica como convincente. Aquí es la Beatriz necesaria, la que ocupa la escena, desplegándose en cuerpo, gesto y voz con toda la contundencia que requiere el personaje –no olvidemos que ya desde el siglo XIX las feministas pedían a las mujeres observarse en el espejo de las heroínas de la comedia de Shakespeare y ponían a Beatriz y Rosalinda en el podio de esa referencia-. Jorge Noguera compone un Benedicto igualmente brillante y ajustado. Antonia Bengoechea y Natalia Giardinieri lucen como Hero y Margarita. De todas las situaciones hilarantes que la puesta en escena propone, la palma se la llevan las escenas del grupo de alguaciles y guardias, donde la composición de María Rosa Frega como Dogberry arranca reiteradas carcajadas en el público.

No es mérito menor de esta versión haberle devuelto a la comedia el papel que en ella tuvo la música. Como bien sabemos, el teatro isabelino recurrió a la música tanto para disfrute como para complementar el sentido, bajo una lente que heredaba los conceptos pitagóricos tamizados por el Renacimiento. Aquí hay cuatro músicos en escena –la tecladista es, además, una de los guardias- ejecutando composiciones originales de Rony Keselman. Hay momentos más líricos a través de canciones y momentos que incluyen a todo el elenco, especialmente el gran final festivo. La escenografía de Carlos Di Pasquo resulta tan magnífica como sintética: solo paraguas blancos que se constituyen en sitios desde donde espiar, o escollos que sortear, más una breve escalera en un lateral. También son paraguas las armas que soldados y guardias portan al cinto: toda ferocidad queda resuelta en juego. El diseño de luces de Roberto Traferri crea atmósferas coloridas y justas, bien acompañadas por los videos de Raíz Taller.

Esta versión de Much ado about Nothing logra unir con plenitud, ese acto de pensamiento que es toda obra de Shakespeare, con el enorme regocijo que pide la comedia.

Graciela C. Sarti*

 

*Doctora en Historia y Teoría de las Artes, Facultad de Filosofía y Letras, UBA

Licenciada en Artes, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

Profesora Titular Regular en la Cátedra Historia de la Cultura III, Carrera Gestión del Arte y la Cultura, UNTREF

Profesora Adjunta Regular en la Cátedra La Literatura en las Artes Combinadas I Depto de Artes, Facultad de Filosofía y Letras, UBA

Profesora Adjunta a cargo de cátedra, Interina, en la Cátedra Principales Tendencias Estéticas y Artísticas, Carrera de Comunicación Social, Depto de Humanidades, Universidad Nacional de La Matanza

Jefa de Trabajos Prácticos, regular, Cátedra de Estética, Depto de Artes, Facultad de Filosofía y Letras, UBA

Miembro de la Asociación Argentina de Críticos de Arte

Miembro de la Asociación Argentina de Estudios Americanos

Miembro de ASAECA Asociación de Estudios de Cine y Audiovisual

Miembro de Comisión Directiva de la Maestría en Estudios de Cine y Teatro Argentino y Latinoamericano, Facultad de Filosofía y Letras, UBA

Áreas de investigación: Estética, Artes Combinadas.

 

 

Foto de portada: En primer plano: Beatriz (Maia Francia) y Benedicto (Jorge Noguera) en un pasaje de la obra Mucho Ruido y Pocas Nueces dirigida por Jorge Azurmendi representada en el Teatro La Comedia.

Foto Crédito:  Fundación Shakespeare Argentina

 

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